miércoles, 14 de diciembre de 2011

La migración del software privativo al cloud computing, ¿beneficiará al software libre?


La idea de los servicios de software en Internet, denominación menos amplia pero paradójicamente más exacta de la realidad de la "nube", se ha consolidado incluso en esta "constelación periférica" que es la industria TIC española. Muchos de los que entienden la tecnología desde el mero branding (utilizo el término inglés con intención para que no se pierda su contenido ideológico), han renombrado rápidamente sus servicios para introducir un término, en la mayoría de los casos, mucho más meteorológico que tecnológico: el cloud computing, la denominada "nube". Este es un fenómeno que empieza a hacerse patente en 2005, qué poco se había entendido a Google antes, para la mayor parte de la industria TIC pero que sobre todo se populariza poco después del brutal comienzo de la última crisis económica del 2007. No es una mera cuestión de azar, en algunas de sus formas la "nube" es una de sus criaturas sutiles.
A ningún término le sienta peor el singular que a la nube. La realidad de Google o de predicadores fanáticos y millonarios como Marc Benioff quien desde 1999 se dedicó durante años a anunciar el fin del software, fin retórico, por supuesto, y el nacimiento de su negocio salesforce, en su lugar. Era una forma de utilizar la red para concentrar recursos y apostar por servicios en masa. Las empresas no tenían que comprar licencias de programas de ordenador, no tenían que invertir en mantenimiento con ellos y el coste en hardware no se resentía por ello. Desde el navegador de los terminales de ordenador en red, accediendo al portal de salesforce podrían trabajar los trabajadores de sus clientes. Era salesforce la que guardaba todos los datos y la información en sus propios ordenadores. Las actualizaciones eran inmediatas, el coste menor y era, aparentemente, menos problemático que el software servido en soporte físico. La fórmula resultó irresistible y la falta de imaginación de los aspirantes a clonadores de éxito familiarizó la denominación de la Era del Fin del Software y el surgimiento poco menos que indetenible de la nube.
El espejismo para esas grandes corporaciones consistía en la ilusión de unos costes fijos en IT, la ilusión de planificación de recursos y la posibilidad de quitarse de en medio aspectos técnicos distintos de los que afectan directamente a su negocio. Así se les apareció esta propuesta a sus IT managers y a los directores financieros, pero insisto es menos una opción tecnológica como una forma de hacer negocios.
No obstante, algo tan aparentemente trivial en lo tecnológico puede suponer, sin embargo, un cambio fundamental en el papel de la tecnología. No un cambio tecnológico sino un cambio en la relación del usuario con el software y con graves implicaciones legales y de la capacidad y forma de introducción de la tecnología en la sociedad.
Creo que es fácil advertir la amenaza:
En primer lugar la denominada nube es un hipergenerador de dependencia tecnológica. El aparente ahorro inicial en costes no compensa la subordinación tecnológica que eso supone.
En segundo lugar pervierte el papel de la inversión empresarial TIC. La inversión de un empresario aumenta la capacidad de producción y casi necesariamente supone la introducción de tecnología en la sociedad. Sin embargo la nube significa pagar por una máquina de los milagros, que se realizan desde muy lejos en el espacio, donde se ubica el evento tecnológico en si, desplazando toda la industria tecnológica local y desarraigando la tecnología de las organizaciones. La tecnología se vuelve unidireccional, pierde su transparencia para volverse invisible y por tanto intocable, incomprensible e incontrolable.
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En tercer lugar genera riesgos de seguridad y riesgos legales. No sólo en el aspecto de la pérdida de control de la información. La nube es funcionalmente opaca y resulta inverosímil que una organización inteligente pueda permitir el abandono en las manos de un tercero de su recurso fundamental: su información. Creo que uno de los mitos fundamentales del comportamiento económico es que el dinero es el lenguaje de la economía. El verdadero idioma de una economía es la información, y de hecho la capacidad de supervivencia de una organización es directamente proporcional a la capacidad de control que tenga sobre su información.

Los riesgos legales con la nube a veces resultan insospechados, tanto en su dimensión como en su origen. En 2009 Technology Patents LLC sostuvo desde la District Court de Maryland una importante demanda contra la mayor parte de las telefónicas europeas que habían implementado servicios de software desde una "nube" situada en Estados Unidos y por tanto sujeta a la legislación de patentes de ese país. La demanda pudo convertirse en un desastre financiero enorme para parte de la industria TIC europea. Pronto se generalizaran casos como estos con, probablemente más eficacia.

En ese proceso el software libre ha sido una herramienta. Pero paradójicamente a coste de distanciarse del usuario final. Internet se ha demostrado en este tipo de modelo de negocio como un telón eficaz entre el software y el usuario. Ha sido un pretexto para cerrar la tecnología.
Recordemos que el software libre surgió como una respuesta, desde la legalidad, al intento por parte de algunas multinacionales del control jurídico de la innovación tecnológica. Su ambicioso y renovado intento de control de la creación y la distribución del conocimiento y de administrar privadamente la capacidad de cambio social de toda creación intelectual.
Quizá el problema del cierre tecnológico por medio de la nube, para el software libre tenga que ver con los límites de la GPL, incluso la versión 3, que no resulta suficiente en este nuevo contexto. Desde luego, y en general, las tecnologías libres están concebidas para operar en red, para interactuar, para lograr una escalabilidad infinita por eso asistimos al lamentable espectáculo que mucho de lo malo de la "nube" está soportado sobre infraestructuras libres y éstas lo hacen técnicamente posible.
Es obvio que la mayoría de los data centers funcionan con Linux pero el resultado global no es necesariamente libre, ni existe una relación directa entre el usuario y el software libre.
Que el software libre acabe mimetizando este modelo de interactuar con el usuario y ofrezca soluciones del tipo de convertirse en servicio en lugar de producto final, creo que a medio plazo no va a ir más allá de una cuestión marginal. El software como servicio, al fin y al cabo representa una limitación artificial de sus posibilidades y la filosofía libre se vuelva precisamente en encontrar el negocio en la búsqueda más radical de las posibilidades del software, y en no restringir estas, no en administrar lánguidamente sus límites.
Creo que con este breve examen dejamos claro que el cloud computing es a lo más una filosofía de la tecnología, con la meta de la reducción de la tecnología a la categoría de magia, lo que exige su incomprensión por el usuario y su reduccionismo a un interfaz y en general un simple modo de hacer negocios desde la red.
Dejando al margen casos tan singulares y específicos como Google, en general el cloud computing, desde criterios objetivos, está siendo una respuesta de una economía en contracción. Buena parte de la nube surge de la crisis y la quintaesencia, en muchas ocasiones, con mucho de lo peor que tiene. Y así responde a la búsqueda de mercados masivos de estandarización absoluta por empresas tecnológicas que les cuesta cada vez más la innovación. Dado que estamos en una fase de selección natural y que el mercado se ha empeñado en configurar la nube como una opción del empresario, conviene no olvidar sus costes ocultos fundamentales y que hemos ya señalado: la pérdida de control, responsabilidad y la dependencia tecnológica. Cualquier economista o tecnólogo neutral puede concluir que la pérdida de control y de relación directa con la tecnología hace ilusoria una eficiencia en los costes a medio largo plazo. Pienso que era necesaria esta síntesis para que no se entienda que frente a la concepción casi supersticiosa de la tecnología que se hace desde el cloud computing y que denunciamos, se opone meramente una mera arquitectura sentimental del software producto de los nómadas digitales que pueblan la Comunidad del software libre.
Firmado: Jose María Lancho