viernes, 20 de mayo de 2011

"¡Cuelga de una vez!"

El tren salió puntual de la estación de Oakland (California). Eran las diez de la noche. Se trataba del Coast Starlight, una línea que cubre la distancia entre las ciudades de Los Ángeles y Seattle.

Todo parecía transcurrir con normalidad, ha

sta que comenzó la pesadilla para una decena de viajeros que ocupaban el vagón en el que viajaba Lakeysha Beard. Esta afroamericana no tardó en comenzar a efectuar llamadas desde el teléfono móvil y mantener conversaciones en un elevado tono de voz que molestaba al resto de los viajeros. El asunto fue a mayores y la mujer, que se negó en todo momento a colgar, acabó siendo detenida por la policía en pleno viaje.






“Han sido 16 horas de conversaciones ininterrumpidas”, declararía con posterioridad la Policía de Salem que se hizo cargo de la locuaz protagonista. La detención no fue fácil. Los viajeros pidieron en primer término a la aludida que dejara de utilizar el móvil. Da la casualidad que todos ellos viajaban en un ‘Quiet car’, un vagón en el que, para respetar la tranquilidad del resto de pasajeros, no está permitido el uso del teléfono móvil. No sirvió para nada. Lakeysha mantuvo su actitud e incluso se mostró muy agresiva cuando alguno de los viajeros agotó su paciencia y se acercó a ella exigiendo que acabara con esta tortura al grito de “¡Cuelga de una vez!”.

Los viajeros vieron la luz al final del túnel cuando varios de ellos llamaron desde sus móviles a la policía denunciando la situación, y ya saben que en Estados Unidos se toman estas cosas muy en serio: contactaron con Amtrak, la RENFE de aquel país, y concertaron un punto de encuentro con el conductor. No crean que las autoridades iban a esperar a la infractora en una estación del trayecto, sino que el ferrocarril se detuvo a medio camino y lejos de un andén. Se movilizaron varios coches patrulla acompañados de perros y Lakeysha fue detenida. Preguntada posteriormente por su actitud, afirmó no comprender lo que sucedía.

El affaire del Coast Starlight pone en evidencia un controvertido asunto: el mal uso que hacen algunos del teléfono móvil. Quien más quien menos, se ha visto en la incómoda situación de escuchar una conversación a grito pelado en lugares insospechados: la sala de espera de un ambulatorio, la parada del bus... Que si fulanito ha roto con la novia, o que si no te olvides de recoger a los niños. “La gente no es consciente de la imagen que transmite con esa conducta”, afirma Jodi Blackwood, experto en etiqueta y comportamiento. “Están diciendo a todo el mundo lo desconsiderados que son y unos egoístas que sólo piensan en sí mismos”, concluyó.

Pero hay más: los gritones con el móvil son, además de molestos, un problema para la productividad. Un estudio publicado en Psicological Science arroja un dato inquietante: es imposible ignorar una conversación telefónica que está a nuestro alcance, y además, escucharla distrae nuestra atención perdiendo efectividad en lo que estamos haciendo.

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